Se lo que te gusta, lo que te hace bien.
Se lo que buscás y no encontrás porque ya lo tenés.
Se lo que te hace sentir, pensar y movilizar.
Se tus pensamientos, así como tus lágrimas, así como tus sonrisas, así como tus momentos de ansiedad, como de felicidad.
Se el aroma que te atrae y la fragancia de tu día a día.
Se lo que extrañarías si no te aprovecharías.
Se el agua, la tierra, el aire y el viento.
Se en tu estática, y en tu movimiento.
Se en los ritmos, en las frecuencias, en los sonidos, en la música que recorre dentro, y fuera de ti.
Se el amor y la impaciencia.
Se el desconcierto y la armonía.
Se la pérdida y el encuentro.
Se todo lo que te propongas lograr algún día.
Se tus sueños, y hasta tus pesadillas.
Se tu familia, sé hasta quién no está contigo hoy en día.
Se tu secreto y tu demostración vivida.
Se tus pies, tus manos, hasta lo que te rodea y no se ve con la simple vista.
Se todo lo que te ilumina y hasta lo que te hace sentir en la oscuridad, con miedo también y desconfianza.
Se hasta las cosas que no soportarías y las ganas con las cuales resolverías.
Se las estrellas, lo que tienes lejos todos los días.
Se el sol, la luna y hasta el piso, el asfalto que pisas cuando vas por la calle, por la avenida.
Se tu piel y su cercanía.
Se tu mirada, tus ojos y hasta tu boca, tus labios, tu relajación y alteración, tus emociones pasajeras y las que pueden estar todavía.
Se las personas que pasaron por tus días.
Se la verdad en tu interior y la humildad afloraría.
Se tus cicatrices, tus abrazos.
Se todo y no te arrepientas de cómo fluiría.